Efemérides

Como las canciones de fogón, todos tenemos un cuento de Landriscina en nuestro modesto
repertorio de entretenimiento familiar: mejor o peor contado, con o sin gracia, con baches y
aditamentos u omisiones, no hay prácticamente argentino que no haya intentado narrar
como lo hace Luis.
Es que Landriscina es un clásico de la cultura popular nacional, que se nutre del espíritu
de un pueblo y a la vez interviene en él creando nuevos sentidos. Como los grandes.
Nacido el 18 de diciembre de 1935 en Colonia Baranda, un pueblo del Territorio
Nacional del Chaco, tuvo una vida dura que no alcanzó a robarle la alegría. Séptimo de
ocho hermanos, su madre falleció en el último parto, cuando Luis tenía solo un año; su
padre, al no poder mantenerlo, lo entregó a una pareja para que lo criara. Pasó su infancia
trasladándose por el interior profundo del Chaco, entre Colonia Baranda, Campo Largo y
Villa Ángela, donde cursó la escuela primaria. El patio de la escuela fue su primer
escenario, donde sus compañeros se reunían para escucharlo narrar historias.
En 1964 ese talento innato para la narración lo llevó al escenario de Cosquín junto a la
delegación del Chaco, y ahí comenzó todo. Obtuvo el premio Revelación en el festival, y
ese reconocimiento, además de la difusión que le prodigaron los medios de la época le
abrieron las puertas a la megalópolis donde se escriben destinos, Buenos Aires. Giró por
todo el país, grabó discos con sus cuentos, participó en programas de televisión y radio y
actuó en el cine, en una carrera difícil de igualar y que lo tuvo como favorito indiscutido del
humor por más de 50 años. También fue escritor, letrista y poeta, y compuso varios temas
que conforman el acervo de la región. ¿Homenajes? Los recibió todos, hasta tres estatuas en
Buenos Aires, Resistencia y Villa Ángela.
Quizás el último de los grandes de la época de oro del folklore nacional, aquel de Hernán
Figueroa Reyes, Cafrune, Mercedes Sosa, Horacio Guarany, Landriscina es un patrimonio
cultural material nacional y parte del inconsciente colectivo. Su gesticulación pausada, el
cruce de brazos y la mirada puesta en el infinito antes de empezar a decir “había un
paisano…” ya son marca registrada.
Feliz cumpleaños, don Luis.