
El pañuelo blanco de Ernesto Montiel, la estampa gaucha y longilínea de Juancito Güenaga,
la boina del Chango Spasiuk… y los pantalones altos de Salvador Miqueri.
En el chamamé hay figuras visualmente inconfundibles, y la de uno de los ases del Trébol
fue una de ellas. Nacido en Mburucuyá el 15 de diciembre de 1926, a Salvador Miqueri le
cupo el destino de ser uno de los poetas que innovaron la letrística chamamecera en la
época de oro del folklore correntino. Socio musical- en sus primeros tiempos- de Tránsito
Cocomarola, su historia incluye giras legendarias en épocas de caminos de tierra y letras
compuestas donde la inspiración lo encontraba, a veces en los lugares menos pensados,
como en el parador al costado del monte donde escribió “Monte Refugio”, o los vagones de
los trenes en los que viajaban a Buenos Aires. Poeta y lector de poetas, Miqueri amplió el
vocabulario de las letras chamameceras, dotándolas de un vuelo, de una ambición lírica que
se desmarcaba de las obras en boga en esos tiempos.
Alejado del conjunto de Cocomarola, junto a Eustaquio Vera formó en la segunda mitad
de los ’50 el dúo Vera- Lucero (su nombre artístico por aquellos días era Argentino
Lucero), en el que se mantuvo hasta 1964, año en que se alejó de la música para retornar en
1970 con su compañero de dupla hasta el fallecimiento de éste.
La década siguiente lo encuentra en un trío junto a Avelino Flores y Antonio Niz, Trébol
de Ases, formación de la que formó parte hasta su muerte.
Dejó versos que son reconocibles aun para los legos en chamamé; cuando alguien canta
“vuelvo a tu reja mi bien…” ya reconocen la autoría de letra.
Longevo animador de escenarios, último de los patriarcas del chamamé, figura querida y
siempre ovacionada en todas sus presentaciones, el Lucero del chamamé se apagó en
Corrientes el 20 de agosto de 2013.
