
El 10 de diciembre de 1983 Raúl Alfonsín, desde el balcón del Cabildo, recitaba el
Preámbulo de la Constitución Nacional. El hecho hoy puede parecer poco significativo y
hasta ingenuo, pero lo que lo reviste de un significado histórico es que fue la primera vez en
7 años que se citaba públicamente un fragmento de la Constitución, un libro, como las
urnas, que el gobierno de facto tenía bien guardado.
Comenzaba el período de democracia más largo de nuestro país, que se extiende hasta
nuestros días.
Antes de esa mañana, entre otras cosas, se prohibieron libros, se censuraron películas y se
persiguieron artistas, que debieron partir al exilio o fueron condenados al silencio.
La cultura es la primera víctima de los totalitarismos, porque es la expresión de una
identidad que trasciende a las propias manifestaciones que la conforman, como una
corriente subterránea de la que se nutren los pueblos. Aquel 10 de diciembre esa corriente
volvió a fluir, y se pudieron recuperar las voces que se continuaron en otras voces, y que
llegaron a nosotros para ser oídas en festivales, fiestas, reuniones, para ser leídas en libros,
en opiniones, para ser complemento de las imágenes, para ser colores.
La cultura es la sonrisa, como dice Gieco, y solamente se sonríe en libertad.
Feliz cumpleaños a nuestra democracia.
