Efemérides

Que en esta efeméride no sea buscada la virtud engañosa de la objetividad; sobre su
protagonista se derramará la adjetivación de la admiración sincera.


José Gabriel Ceballos, que de él se trata, nació un 2 de diciembre de 1955 en Alvear,
Corrientes (locación que puede ser reemplazada por Buenavista- su Macondo, su
Yoknapatawpha, su Coronel Vallejos-, o sea, el pueblo en el que situó casi toda su obra).
Abogado y hombre de campo(s), Ceballos comenzó a despuntar la pasión por la literatura a
fines de los setenta, y recién inaugurados los ochenta publicó su primer libro, en una
edición de autor. Construyó una obra sólida, integral, y algo más, algo atípico en la
literatura correntina: un estilo, una voz propia, un registro que trasciende la historia para
hacerlo identificable sin necesidad de consignación de autoría. Ceballos escribe con ironía,
con precisión, atento al ritmo intrínseco de la narración, escribe con el oído puesto en el
lenguaje genuino de sus personajes. Ahí su otra particularidad: Ceballos supo hacer de
Ceballos un personaje, hosco, de voz gruesa y silencios condenatorios, de decir
deliberadamente pausado y barba “de escritor”.


Pero no se crea que su rudeza desdeña la ternura: ahí está “Relator deportivo”, del libro
homónimo, donde no se puede menos que sucumbir a la hermosa fragilidad existencialista
colocada en una narración casi anecdótica. O la pintura del travesti regente del prostíbulo
de “Ivo el emperador”, que asombra en su apogeo y enternece en su caída.


Internacionalmente premiado y editado, tercer vértice de la santísima trinidad de la prosa
correntina junto a Pisarello y Ayala Gauna, escritor con sonido y con furia, Ceballos ya es
literatura pura por haber esfumado las fronteras entre el escritor y su escritura, entre su vida
y sus vidas, las que vivió como otros.


Sirva la presente como reconocimiento a un grande en su cumpleaños.